Soy un soldado y tengo,por mi trabajo, que estar fuera de casa durante meses. para mi mujer,salvando las distancias, no suponía un gran problema.
Me explico,cuando éramos novios nos dedicamos a eso que llaman sexo telefónico, en aquellas tórridas conversaciones cada uno le contaba al otro las fantasías más profundas de nuestra mente.
Ella confesaba todas las que se le ocurrían y yo hacia lo propio. En un principio nos dio miedo pero con el tiempo nos fueron uniendo más y mejoraron las escenas sexuales que manteníamos en mis permisos.Había una unión y conocimiento más profundo de nosotros mismos .Superamos muchos prejuicios y tabúes juntos.
Un hermoso día de verano nos casamos, fue un día bonito de primavera, con un gran banquete de amigos yo estaba cansado, hasta que un alma caritativa dijo, micrófono en mano, que los novvios ya deberían retirarse o llegarían sin fuerza al lecho nupcial, todos rieron y silbaron. Mi mujer y yo,que estabamos esperando ese momento, nos escabullimos, entre la gente, y subimos a la habitación y nos besamos profundamente, como para sellar a solas el pacto que habíamos realizado. Después nos besamos con pasión y nos quitamos la ropa lentamente,como sabía que a mí me gustaba. Una vez desnudos,le hice el amor como ella soñaba y sé que llegó al climax más de una vez.
Cuando nuestros instintos estaban satisfechos pedimos que nos subieran fruta y miel para reponer fuerzas creía yo. Ella pidio para los dos un bistec con salsa tartera y una botella de vino. No dije nada.Ya la conocía bastante. comimos deleitándonos con cada bocado, mirándonos a los ojos e imaginando miles de escenas que habíamos vivido por teléfono.
Después de la suculenta cena, decidió que era la ocasión para probar el vino y la fruta . Me hizo tumbar en la cama y suavemente me fue extendiendo la miel por todo el cuerpo como si de una crema se tratara su untuosidad extrema me molestaba al principio, sabía que ella quería comer en mi cuerpo y me fue colocando las frutas en lugares extratégico de placer .Me hizo cerrar los ojos y solo sentir y tener un poco de paciencia. estaba segura de que la experiencia valdría la pena.
Sentí una lengua recorrer mi torso con los labios demasiado fríos, sabía que estaba comiendo la fruta mezclada con la miel de mi cuerpo. pero hubo un momento en el que sentí que el beso no era de mi esposa, era distinto, pero me gustó. me dejé lamer todas las partes de mi cuerpo por las chicas y acabé con una enorme erección. Aquello no acababa allí. Me quité bruscamente la venda de los ojos y pude ver el cuerpo de una mujer hermosísima que me miraba con deseo, miré a mi esposa y con un gesto me indicó que fuera.
Me acerqué a la chica y comencé a besarla, acariciar sus senos,chuparlos…no hubo un centrimetro de su piel que no lamiera, estrujara o besase. ya no podía más. tenía que cogerme a una o a las dos.
Mi mujer me miraba con ojos ardientes y me dijo:
Este es mi regalo de boda para ti, cumplir una de tus fantasías. Ella es mi amiga Marta, trabaja conmigo y hemos intimado mucho en estos meses sola.Nada estaba preparado. al principio solo comiamos juntas pero llego un día en que me beo y no me desagrado, despuésla cosa se fue liando y aparecí en su cama. me acarició lugares recoónditos de mi cuerpo, me dejó exhausta. me hablo de que ella no cree que el sexo sea de hombres y mujeres sino de almas que se conectan.Ella podia practicar sexo gratuito con un hombre y una mujer pero nunca había probado con dos a la vez y yo para tranquilizarla le dije que nosotros tampoco.
Nos duchamos y salimos a dar una vuelta por la parte vieja de la ciudad, mi esposa estaba juguetona y me pidió que también la cogiera a ella por la mano,fui un poco reacio pero lo hice, mientras la gente nos miraba entre entretenidos y molestos. Yo sabía que una de las fantasías de mi mujer era hacer un trio al aire libre,por eso no me sorprendió cuado cogió una vereda que bajaba al río. Una vez alli buscó una oculta praderita que solo se formaba con el estiaje del río y nos sentamos lejos de las miradas de curiosos.
Nos quedamos en ropa interior para tomar el sol.Ella comenzó a juguetear con su amiga le besaba el cuello, los hombros, la espalda, los senos y por fin la boca. Me invito a hacerlo yo tambien, que a estas alturas ya no me negaba a nada. la colmamos de caricias con todas las partes de nuestro cuerpo.No hubo una parte de su cuerpo que no hubiesemos tocado o que no nos hubiese tocado ella. Volvimos a hacer el amor pero esta vez empezaron ellas,yo miraba la escena extasiado, era un sueño. Ellas ajenas a todos mis pensamientos siguieron lo que su instinto les marcaba,yo cada vez me excitaba más, necesitaba cogerme a su amiga. me acerqué me miraron y su amiga se puso a cuatro patas. La penetré con todas mis fuerzas, en la mente grabadas todas las imágenes , lo que me encendía más. En un momento vi cómo se retorcia de placer, pero sentí que mi esposa no tenia bastante con la masturbación y se colocó debejo de ella a chuparle los senos la boca,el ccuello, el vientre hasta que yo sentí su boca en mi verga que penetraba a su amiga.
Cuando terminé vi que las dos mujeres sacaban un consolador del bolso y se centraron en darse placer mutuamente, mi esposa estaba fuera de sí. Nunca la había visto así, parecían dos leonas en celo que compiten por el macho, hata que su climax llegó y calleron exhaustas en la hierba. Nos vestimos y nos cambiamos y duchamos en el motel para salir a cenar.
la cena fue agradable y hablamos de todo menos de sexo hasta que al final mi amiga comentó:
-Entonces tengo tu visto bueno para ser la amante de tu mujer o buscas algo más especial?
Yo estaba fuera de juego, no sabía aún si lo vivido era un sueño o una realidad. Pero balbuceé palabras de asentimiento. Ella me besó la boca y me dijo que seguro que nos llevavamos bien.
Durante la cena y con ayuda del ribera del duero, me explicaron que ellas ya llevaban un tirempo juntas. Mi esposa adujo que ella tenía que esrar segura de que la chica nos iría como anillo al dedo. Todos reimos y nos fuimos del restaurante a nuestra habitación con sus secretos.
Aunque pueda parecer que estaba molesto o celoso nada más lejos de la realidad, era feliz. Mi esposa estaba más que dispuesta a ayudarme a cumplir mis fantasías y las que yo teníalas planificaba al milimetro. nadie en la boda sospechó quién era ella.
En el cuartel me masturbaba pensando en oler y tocar quellos cuerpos en llegar al éxtasis con mi mujer y con su amiga, que se podía decir era amante de los dos.