Hola yo soy una chica joven a la que le gustan los hombres maduros. Lo supe desde muy jovencita. Me solían gustar los padres de mis amigas y los de mis novios. Nunca lo había probado pero este puente es distinto.
Yo trabajo en una agencia de viajes y una tarde, para mi sorpresa en mi chat de instagram llegó una invitación de un hombre maduro que se veía muy serio y que eragerente en una empresa, yo la acepté y hablabamos con frecuencia, de todo un poco.
Cuando se aproximaba el puente ,me ofreció pasarlo en un hotelito muy discreto que se usa con ese fin y que estaba en la sierra. Yo no lo penséy acepté.Llevabamos tanto tiempo hablando de lo que me haría que ya tenía claro que me arriesgaría.
La verdad es que estaba nerviosa y no sabía qué podía suceder en esos tres días que había planeado quedarme con él.
Comimos algo,el viaje había sido un tanto largo, perosegún él nos garantizaba el anonimato;despues tomamos los dos para encontrar el punto de la deshinibición,con el suficiente cuidado de no desperdiciar la primera tarde y noche. Para romper el hielo le dije si quería pasear un poco y me respondió:
-Esta zona la conozco perfectamente. Voy a descubrir lo que no conozco en estos tres días. No tengo pensado salir de esta habitación para nada.
Al llegar a la habitacióon nos besamos, yo nunca había besado a alguien tan mayor y la verdad es que me excitó muchísimo. Yo tengo 19 años y un medio novio y el 45 y una familia. Le hice entre besos calientes una confidencia y es que solo me había acostado una vez con mi novio, cuando fui desvirgada, y lo pasé tan mal que ya nunca repetimos.Él, entre beso y beso me dijo que todos mis traumas se acabarían aquel fin de semana.
Nos tumbamos en la cama y empezó lentamente a desnudarme y, yo que estaba muy excitada,no quería esperar. Me obligó a ir a su ritmo. cada prenda de la que me despojaba era como un trofeo. Sentía una excitación que nunca había imaginado lo tocaba.Lo besaba y le ibaquitando sus prendas como él a mí las mías,yo intuía lo que quería.
Cuando ya estaba desnudo me fijé en el enorme pene que tenía erecto y duave. Lo cogí entre mis labios y lo succioné hasta que estuvo a punto para penetrarme. Entonces apareció el miedo y le dije que no podía. Algunas amigas mías me habían dicho quela segunda vez tambié duele y no quería que aquello me partiera en dos. Se las ingenió para colocarlo a la entrada de mi vagina e ir empujando cada vez un poco más. dolía pero estaba tan rico que mordí la sábanasy me dejé hacer. Impuso su ritmo lentoy seguro primero y frenético despues.Llegamos al climax empapadosde sudor y placer hasta la punta del pelo después.
Los tres días, los pasamos en la habitación descubriemndo nuestros cuerpos.