Viajar al lugar en el que comienzan y nacen todos los deseos, ese lugar que está en la punta de tus dedos,de tu lengua y al final de las pestañas, eso es Eros.Eso es lo que hacemos cuando nos ponemos en manos de Eros ir un paso más allá, sin importar si el viaje es en solitario o en compañía, lo cierto es que nos dejamos llevar por una fuerza que nace de nuestro cuerpo para trascender sus propios límites y es así como conocemos un paraíso cercano a nosotros y al mismo tiempo inasible en el que vemos como todo cambia de orden y todo se convierte en goce por un instante.nos podemos quedar en cualquier fase del fabuloso viaje porque tenemos la certeza de que atravesamos un vacío ignoto que existe entre el yo y todo lo que es ajeno a él . Es algo que en otras facetas de nuestra vida generaría vértigo.
Pero fuera de Eros,todo es angustia y miedo. Miedo a lo desconocido,al riesgo que conlleva una decisión, miedo a perder, a que surjan preguntas que no sepamos contestar,a que nuestros objetivos se conviertan en flagrantes fracasos, y sobre todo a que nos hagan daño…por esta razón levantamos muros , cancelamos caminos y ponemos cámaras de videovigilancia a nuestro alrededor. No obstante, en el tiempo que cedemos a Eros no hay miedo alguno que nos impida hacer tan fantástico viaje porque queremos llegar al momento en el que todo es desasimiento, aunque no sea más que un instante, un fulgor, pero no hay que olvidar que es tan fuerte y tan intenso que es capaz de sacar nuestra consciencia del aquí y el ahora , de esas dos coordenados de espacio y tiempo, al que Kant llamó presente.
Eros es una vereda que está al margen de las coordenadas espacio-tiempo, sin importar en qué parte del trayecto nos hallamos, en la antesala,como voyeurs, si practicamos el homoerotismo o saltamos en cien camas en una sola noche.Eros siempre nos conduce a un espacio interior que también se podría llamar afuera, donde perdemos la noción de las dos coordenadas espacio-tiempo.Y ese lugar nos gusta porque nos deshace y nos conecta con una realidad que no tiene un nombre preciso, aunque sí es una experiencia compartida, podría hacernos gritar cualquier palabra inteligible o simples gemidos inconexos. Eros crea un idioma incoherente, pero lleno de significado que nos arrastra a tiempos en los que nuestra conciencia no necesitaba palabras para expresarse, el orgasmo nos lleva incluso más atrás en el tiempo en que nuestras gargantas no estaban preparadas para producir fonemas.
De la mano de Eros nos asomamos a lo que podríamos definir”lo otro”, en nombre de algún encuentro, y eso otro puede tener un rostro conocido o ser invisible, incluso hay culturas en la que se incluye en lo religioso y si no véase la mística que no ha estado exenta de carnalidad.Si preguntásemos a un filósofo el amor que siente por el conocimiento describiría un proceso parecido. Es fácil que el pintor, la poeta, el bailarín, la escultora… se definen como seres que, tras situarse en el límite, traen al mundo algo que antes no estaba allí. Las obras de arte son cada vez más valoradas como un detonante que nutre y llena de nuevos contenidos a la ciencia y se ofrecen como herramientas poéticas que permiten ampliar la percepción del mundo, señalar nuevas encrucijadas, proponer otros puntos de partida y crear nuevos procesos de Pues bien, no importa a qué clase social se pertenezca; en qué cultura se haya nacido; las limitaciones físicas, psíquicas, sensoriales, afectivas que se tengan; la educación recibida; las creencias e ideologías; la edad, el género, la intención, los resultados… Eros siempre genera un recorrido. Aunque sus trazados sean diversos, quienes transitan por él experimentan los confines del mundo, algo que puede ser absolutamente revolucionario en un siglo en el que las reglas de los juegos se marcan tan disciplinariamente y las fronteras están guardadas por ejércitos, leyes y centros de detención.producción de conocimiento simbólico.